La idea nunca pasó por la mente del pastor Adam Hamilton al final de campañas presidenciales pasadas. Pero para el día de elección de este año, la iglesia que él encabeza en los suburbios de Kansas City invitará a la enorme cantidad de sus congregantes, y a todo aquel que quiera sumarse, a que llegue a la parroquia para orar para que sane la dividida nación.
"Hay bastante división en nuestro país cada año, pero la elección de este año es diferente", dijo Hamilton, pastor fundador de la Iglesia Metodista Unida de la Resurrección, de 20.000 miembros, donde dos de sus cuatro instalaciones servirán como estaciones electorales. "Nuestras familias están divididas. En ocasiones estamos divididos de nuestros amigos. Incluso cuando estamos en la iglesia aquí nuestras preferencias políticas son diferentes. Y yo pienso que se nos tiene que recordar que existe un panorama más grande aquí".
En momentos en que los feligreses de la iglesia de Hamilton y otros millones de estadounidenses lidian con los últimos días de un ciclo de campañas lleno de insultos y enojo, la nación ciertamente se encuentra en una encrucijada preocupante.
Los estadounidenses están divididos sobre inmigración, los cambios provocados por la globalización, el tratamiento a las minorías y la amenaza del terrorismo. Pero el partidismo, acrecentado desde hace tiempo, ha virado más allá del desacuerdo en política. Ahora, casi la mitad de demócratas y republicanos dicen a encuestadores que temen a aquellos del otro partido.
Con la gente cada vez más refugiada en medios de comunicación en redes sociales que les rodea con puntos de vista afines, muchos no pueden incluso ponerse de acuerdo en qué constituye datos fundamentales.
La economía, según casi cualquier medición empírica, está sana y avanzando. No obstante, en momentos en que los estadounidenses se dirigen a las mesas de votación, muchos hablan de que no están siendo tomados en cuenta no sólo por la recuperación, sino por el sistema político.
"La tasa de desempleo en este momento, independientemente de lo que digan los números, es horrenda. ... Puedo ver aquí y nadie está trabajando", dijo Alan Halsey, quien tiene un una imagen del candidato presidencial republicano Donald Trump en la ventana de la tienda de abarrotes que administra en Campton, Kentucky. "Si seguimos por este camino, este lugar va a parecerse a Irak o Afganistán. No habrá nada aquí".
Los puntos de vista de Halsey contrastan con cifras que muestran que la tasa de desempleo a nivel nacional bajó a 4,9%. El ingreso medio por hogar subió el año pasado a 56.500 dólares, el más alto desde el desplome de la economía en 2008. La cantidad de estadounidenses que viven en pobreza disminuyó agudamente el año pasado a 13,5%. Los precios de las casas están subiendo nuevamente, y millones más de personas tienen seguro de atención médica.
Pero la recuperación ha sido lenta para llegar a algunos estadounidenses, particularmente en comunidades manufactureras y mineras que han perdido muchos empleos, dijo Mark Zandi, jefe economista en Moody's Analytics.
"Caímos en un agujero tan profundo al comienzo de 2008 y 2009 que hemos pasado los últimos ocho años realmente saliendo de él", comentó Zandi. "Pero si se ha estado batallando por más de un par de años o tres, uno comienza a suponer que ese será su mundo para siempre. Que uno está condenado, y no sólo uno, sino que nuestros hijos están condenados (...) y mucha gente aún está atrapada en esa psicología negativa", agregó
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Los periodistas de The Associated Press Allen G. Breed en Raleigh, North Carolina, y Claire Galofaro en Louisville y Campton, Kentucky, contribuyeron a este reporte. Adam Geller reportó desde Nueva York.
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